Concepción Medrano Samaniego
Departamento de Psicología
Evolutiva y de la Educación.
Universidad del País Vasco/E.H.U.
En este artículo se reflexiona
acerca de la posibilidad de enseñar y aprender valores en la escuela. Desde una
perspectiva culturalista, se plantea cómo se pueden trabajar los valores en las
instituciones educativas; y se hace hincapié en la necesidad de distinguir
entre el concepto de "valor" y el de "valor moral". La
coherencia entre lo que se enseña y lo que se vive es el primer requisito para
trabajar los valores en un centro educativo y elaborar su proyecto. La
necesidad de incluir las líneas transversales en el curriculum se analiza como
una oportunidad para trabajar los valores en el aula. Finalmente se presentan
algunas estrategias y ejemplos que pueden facilitar la enseñanza y el
aprendizaje de los valores como: los dilemas, la clarificación de valores, los
ejercicios autobiográficos, etc.
Palabras claves: enseñanza-
aprendizaje de valores, líneas transversales,
estrategias de enseñanza en
valores.
INTRODUCCION
¿Tiene sentido, en la actualidad,
plantearse la enseñanza y aprendizaje de valores en la escuela? O quizás ¿los
valores básicos y los comportamientos éticos se aprenden por imitación de los
modelos que nos rodean? ¿Se puede enseñar en la escuela que las actitudes
dialógicas son necesarias en nuestra convivencia, cuando los propios profesores
resuelven los conflictos entre ellos con actitudes egocéntricas?
¿Por qué las personas valoramos
ciertas cosas frente a otras? ¿Por qué existen personas que valoran y practican
la solidaridad y otras que valoran y practican el éxito personal?
Acerca de estas cuestiones me
parece necesario realizar una reflexión que facilite y favorezca el desarrollo
del trabajo de los profesionales de la educación.
En cuanto a la adquisición de
valores muchos autores defienden que éstos se van conformando a través de los
procesos de socialización y la identificación con las normas sociales y el
marco cultural de una determinada comunidad. (Goñi 1996).
Dentro de una perspectiva
culturalista, ya no se defiende el innatismo en casi ningún aspecto del
desarrollo, sino que éste y el conocimiento se interpretan como algo social y
culturalmente construido. (Bruner 1997)
El tipo de modelo que se elige
para explicar cualquier aspecto del desarrollo humano tiene también una
connotación ideológica. No es lo mismo pensar que la inteligencia y la bondad
se heredan, por lo que ciertos colectivos serán considerados
para algunas personas como unos
sinvergüenzas y poco capacitados, mientras que otros serán representados como
brillantes y honrados.
Trabajar en una perspectiva
culturalista, supone partir del supuesto que nadie nace asesino, o premio Nobel
de la Paz, sino que las capacidades de la persona en
interacción con su contexto,
puede ayudarnos a comprender y mejorar la actualización de unas capacidades u
otras.
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